En Argentina hay un retroceso en el aprendizaje de los chicos tras las vacaciones de verano, pero se puede resarcir de esta forma

¿Cuánto te acordabas del año anterior cuando se terminaban las vacaciones de verano y tocaba volver a la escuela? Exacto, seguramente te costaba recordar contenidos vistos, que se suponen ya aprendidos. Bueno, eso no te sorprenderá si tenemos en cuenta que, en Argentina, los chicos tienen 71 días de receso, en promedio. Pero la extensión no es el problema, sino lo que pasa en el medio. ¿Es posible reforzar el aprendizaje sin escolarizar el descanso?

Los niños de niveles económicos bajos presentan hasta 97 días de retroceso en comprensión lectora.

Eso mismo se preguntó el equipo del Observatorio de Argentinos por la Educación, en su informe “Vacaciones de verano: evidencia sobre su impacto en el aprendizaje” recientemente publicado. La respuesta es, fundamentalmente, que es posible, estableciendo ciertas estrategias que, para mejores resultados, deberían adaptarse según el contexto socioeconómico de las familias. Porque, claro, una de las variables que más influyen en el impacto negativo de las vacaciones en el aprendizaje es tener un hogar de ingresos altos-medios, frente a uno de ingresos bajos.


Las vacaciones en Argentina

En nuestro país la legislación permite que cada una de las 24 jurisdicciones sea autónoma en las decisiones relativas a la educación básica. Sin embargo, la Ley N° 25.864 determina que el ciclo lectivo anual sea de al menos 180 días efectivos de clases para los niveles obligatorios del sistema educativo. Así que no pueden ser menos.

Duración de las vacaciones de verano (días corridos) período 2024-2025 por provincia en Argentina. Nivel primario. | Fuente: Elaboración del Observatorio Argentinos por la Educación en base a la información publicada por la Secretaría del Consejo Federal de Educación.

Como ves en el gráfico, la cantidad de días en las vacaciones de verano varían notablemente de provincia en provincia, siendo Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero las más extensas con 82 días.

Por supuesto, las vacaciones de verano forman parte del calendario escolar, ya que es el tiempo en que alumnos y docentes descansan y recargan energías. No se puede estar todo el año con el mismo rendimiento, ¿verdad? Por eso son tan necesarias y, además, constituyen un derecho.


Ahora, ¿cuál es el problema?

Sucede que, durante el receso de verano (que son los periodos de descanso más largos del año), se ha observado una disminución importante de habilidades adquiridas durante el ciclo lectivo anterior. Esto se da especialmente en áreas como Matemática y Lengua, fundamentales para el desarrollo de la vida diaria.

Este retroceso posvacacional afecta excesivamente a los estudiantes que vienen de contextos socioeconómicos vulnerables, así que su impacto es desigual. Los resultados de los estudios analizados por Argentinos por la Educación, revelan que los chicos de contextos medio-altos hasta logran mejoras en algunas habilidades, como el reconocimiento de palabras. En oposición, los estudiantes de niveles económicos bajos experimentan retrocesos pronunciados, alcanzando hasta 97 días de retroceso en comprensión lectora. Estas pérdidas, que se van acumulando verano tras verano, ensanchan las brechas de aprendizaje y lo vuelven un problema mayúsculo.

¿A qué se debe la brecha entre las clases? Según el informe, hay estudios que postulan que las diferencias se deben a que los chicos de familias con más recursos tienen la posibilidad de acceder a ambientes que les permiten aprendizajes enriquecedores durante el verano, mientras que los demás no la tienen.

Evidencia internacional sobre la pérdida de aprendizajes en verano en Lengua: por nivel socioeconómico. Interpretación: Cambio en el puntaje de exámenes entre el fin del año académico y el inicio del siguiente a medidos en días. | Fuente: Elaboración del Observatorio Argentinos por la Educación en base a Cooper et al. 1996.

Cómo revertir la brecha

Por fortuna, el informe incluye varias estrategias dirigidas a mitigar estos efectos negativos, sin eliminar los efectos positivos del descanso durante esos meses. La idea es reforzar lo aprendido y, además, orientarse a compensar a estudiantes con bajos niveles de logro durante el año escolar. Esto reduciría la brecha en pos de la equidad educativa.

Los ejemplos se basan en la práctica de la lectura, dado que, sin comprensión lectora, las demás competencias no serán nada fáciles de incorporar y mejorar. Es, sin dudas, uno de los pilares del aprendizaje.

  • Leer en familia puede ser un hábito clave. Esto de generar actividades compartidas que se vinculen con el juego y leer es un gran estímulo para que los chicos continúen aprendiendo en vacaciones. Dejar de lado las pantallas y acentuar su participación en otros juegos ayuda a fomentar la creatividad.
  • Escuela de verano, una propuesta que quizás puede ser similar a una colonia infantil. Implica actividades académicas y recreativas para reforzar o recuperar conocimientos.
  • Talleres de lectura guiada. De hecho, tal vez no lo recuerdes, pero el Gobierno entregaba algunos libros para disfrutar durante las vacaciones a través de la escuela. Programas como estos ayudan mucho a mantener constantes las habilidades de los alumnos.
  • Modificar el calendario escolar para que los estudiantes tengan períodos de vacaciones más cortos y distribuidos a lo largo del año. Es una táctica que ya se implementa en Inglaterra, por ejemplo.
  • Finalmente, está la alternativa de programas de tutorías, que consisten en intervenciones individuales o en grupos de pocos niños con tutores que puedan guiar a los estudiantes en actividades académicas durante el verano. Según el informe, se trata de un método particularmente efectivo para mejorar las habilidades de lectura y matemáticas en estudiantes de bajos ingresos.

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