Finalmente nos llegaron los ecos de la erupción solar de clase X1.8 que aconteció el 8 de octubre pasado. En Argentina, se avistaron auroras australes en la región patagónica y las Islas Malvinas.
El fenómeno se clasificó como nivel G4 -en una escala que va de 1 a 5-, provocado por una de llamaradas solares más potentes de esta década.
Incluso, según reportó la National Oceanic and Atmospheric Administration, por momentos la tormenta solar alcanzó el nivel G5, la más intensa de todas.
Qué es una tormenta geomagnética
La velocidad del viento solar de esta tormenta alcanzó entre 745 y 807 km/s, que, al chocar con el campo magnético de la Tierra impactan con el oxígeno y el nitrógeno que constituyen la ionosfera, y se liberan partículas de luz o fotones. Y eso es lo que vemos, las auroras boreales o australes, según se ubiquen en el hemisferio norte o sur.
El impacto con el oxígeno produce los tonos verdes y rojos, y el nitrógeno colores azules y morados.
Las tormentas solares tienen el potencial de interferir en los satélites, afectando las comunicaciones por radio y los sistemas de navegación. Por fortuna, como se puede monitorear y predecir más o menos de antemano el alcance del daño, los satélites se resguardan y los astronautas evitan realizar paseos espaciales. Para los humanos no existe daño alguno, dado que estamos protegidos por la atmósfera que expulsa los rayos y partículas.
Foto | Las auroras vistas desde las Islas Malvinas @nachobergaraok
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