Los mapas pueden ser una gran herramienta para organizar y visualizar determinada información. Es por eso que el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) recoge muestras de arsénico en el agua de todas partes del país para elaborar un mapa que clasifica, por colores, los niveles de concentración de este contaminante por zonas.
En la Argentina, el arsénico en el agua subterránea de consumo humano, es de origen natural, producto de la actividad volcánica y termal en la cordillera de los Andes de hace unos 100 años atrás. Gracias a la actividad volcánica, las cenizas, compuestas en muchos casos por sales arsenicales, se esparcieron hasta la costa atlántica. Con el tiempo, esas cenizas se fueron consolidando en el subsuelo y el arsénico se fue disolviendo y mezclando con el agua de acuíferos subterráneos.
El efecto del arsénico en la salud
Actualmente, se estima que hay unos cuatro millones de habitantes en el país expuestos a altos valores de arsénico. Sin embargo, el mayor problema es que no se sabe a ciencia cierta en qué regiones se concentra más y qué poblaciones están en riesgo, puesto que la intoxicación puede provocar trastornos y patologías muy graves.
El doctor en Química Jorge Stripeikis, director del Departamento de Ingeniería Química y Petróleo del ITBA, a cargo del proyecto, detalló en entrevista con Agencia TSS:
“El arsénico es terriblemente caprichoso. Hasta el momento, no se ha podido establecer un modelo hidrogeológico que permita saber cuánto puede haber en una zona. Nos ha pasado de analizar muestras de una misma área geográfica, y algunas contenían niveles altos mientras que otras no tenían nada. Tratamos de ver si la mayor concentración tenía que ver con la profundidad de los pozos subterráneos pero no hallamos correlación entre ambas variables”.
“Hoy medir la cantidad de arsénico en el agua no es un problema, hay una metodología bastante asentada. Sé que en el INTI también trabajaron en el desarrollo de un kit de medición rápida de arsénico para que se pudiera utilizar en forma domiciliaria. Ahora lo que se tendría que hacer es instrumentar iniciativas para remediar la situación. Remediar en las napas no se puede por la vastedad de la contaminación y la imprevisibilidad para saber en qué zonas aparece el arsénico pero sí existen soluciones tecnológicas para eliminarlo una vez que se extrae el agua del pozo”, indica Stripeikis.
Entre los cuadros que los consumidores desarrollan como consecuencia de una exposición prolongada, se destaca el de Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE), y sus síntomas inician con problemas en la piel, como queratosis y llagas. De no tratarse a tiempo, puede afectar a diversos órganos y desencadenar en algunos casos patologías más graves como cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares, tos crónica, cáncer de laringe y fibrosis pulmonar. Ningún juego, cabe señalar.
¿Cómo es el mapa?
El diseño de esta herramienta permite, como ya dijimos, ubicar los territorios en donde la presencia de arsénico puede ser crítica, y también se marcan sus concentraciones. Esto se hace a través de tres colores: verde para las zonas cuya muestra no supera el límite recomendado por la OMS, que indica que los valores máximos recomendados en agua para beber es de 10 microgramos de arsénico por litro -o diez partes por billón (PPB)-. En amarillo se marcan las zonas que arrojaron una concentración de entre diez y cincuenta PPB, que indica precaución, y en rojo las que superan las cincuenta PPB, para la que se alerta no consumirla para ingesta directa y cocción de alimentos.
El paso siguiente
Con este mapa, construido a base de las muestras de agua que ciudadanos de todo el país le alcanzan al ITBA, el Gobierno nacional, provinciales y municipales podrán generar estrategias de prevención de consumo.
Al respecto, el doctor Stripeikis, explicó:
“Hay dos escenarios. Uno es cuando los altos niveles de arsénico se dan en grandes centros urbanos, donde la distribución del agua está centralizada. Ahí es más sencillo porque previo a la distribución, se le hace un tratamiento de potabilización y solo hay que intercalar un módulo para eliminar el arsénico. Muchas ciudades ya instrumentan estos dispositivos. El otro escenario es más complicado y es cuando se da en localidades con pocos habitantes que no tienen red centralizada de distribución, como poblaciones rurales y asentamientos de pueblos originarios. Ahí la solución debería pasar por la provisión de dispositivos domiciliarios de potabilización”.
Por otro lado, si bien se han desarrollado dispositivos y técnicas que prometen eliminar el contaminante del agua, el investigador insiste en la necesidad de apoyo estatal y también del sector privado para que esos proyectos se produzcan en serie y lleguen a los usuarios.
Quienes deseen enviar su muestra, pueden llenar este formulario y acercarla en una botella plástica chica de agua mineral a Iguazú 341, CABA, remitidas con el nombre del laboratorio y el director del proyecto entre las 8 a 18.
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